Estimado lector,
Hace exactamente un año escribí
una reflexión sobre “los nenes” y “las nenas” que cogobiernan Tucumán junto a
sus padres, tíos y abuelos. Textualmente apunté: “entre los mismos se encuentran Guillermo Gassenbauer, Marcelo
Ditinis, Gabriel Alperovich y Oscar Bercovich, todos muchachotes que viven en
un Bar Mitzvah permanente.” Hoy en día al menos dos de esos cuatros jóvenes
maravillosos se encuentran seriamente sospechados de haber cometido horrendos
crímenes, como no podía ser de otro modo.
Gabriel Alperovich, el “ángel” que Betty crió con todo su
amor de idishe mame, está en la lista
de espera para que le hagan pruebas de ADN por su participación en el Caso
Paulina Lebbos. Lo triste es que el encargado de realizar el estudio es Daniel
Corach, un famoso genetista que fue duramente criticado por su impericia
(¿intencional?) en el Caso de las Turistas Francesas asesinadas en Salta: cuando
un laboratorio francés analizó las muestras de ADN en Europa, concluyó que casi
todas las certezas del equipo de Corach eran dudosas y que hasta incluso habían
datos importantes que habían sido pasados por alto en Buenos Aires. Todo una gran casualidad.
El otro sospechado es Guillermo Gassenbauer, Legislador
Provincial e hijo de Jorge Gassenbauer, el actual Ministro de Seguridad
Ciudadana de la provincia. Al joven Gassenbauer una puntera lo acusa de haber
desviado subsidios estatales de una cooperativa que iban destinados a la
realización de obras de embellecimiento urbano. La cosa es más o menos así: el
gobierno nacional lanzó hace unos años el Plan Argentina Trabaja, el cual tiene
por propósito reunir a ese ganado humano que cobra planes sociales y
organizarlos en cooperativas para que trabajen en su comunidad y justifiquen,
de ese modo, la recepción de los subsidios por existir (y por votar en cada
elección por el oficialismo); la puntera denunciante era una mujer de confianza
de Guillermo Gassenbauer, a la que el Legislador Provincial le ordenó armar y encabezar
la “Cooperativa Narciso Laprida”; durante unos tres años, la cooperativa cobró
mes a mes dinero del Estado, pero no hizo ninguna obra con ese dinero; al
parecer una fracción de los subsidios se distribuían entre los planeros y el
resto iba al bolsillo de Gassenbauer; finalmente el gobierno kirchnerista amenazó
con hacer una auditoría sobre las cooperativas, y la puntera entró en pánico –pues
supuso que sobre ella recaería la culpa por el fraude– así que denunció al
Legislador Provincial para salvar su pellejo. Lo maravilloso de este asunto es que la puntera afirmó haber recibido una admonición mariana en 2012, cuando a una estatuilla de la Virgen que tenía en su casa se le dio por llorar sangre.
Lo de Guillermo Gassenbauer es de una bajeza espeluznante. De
gente de esa calaña uno espera que los encarcelen por usureros, pero no por
robarles a sus clientes famélicos y carenciados. Tucumán se encuentra tan
flagelada por tantas décadas de corrupción, ¡que hasta los ladrones de guante
blanco han perdido el estilo! La nueva generación no le deja ni los caramelos a
los niños, son unos golosos de la sustracción. Hasta han hecho llorar a la Madre de Dios.
César Thames
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