lunes, 22 de julio de 2013

Los nenes y las nenas

Estimado lector,

Este frío de julio me estimula a instalarme unos días en Tafí del Valle, entusiasmado con la idea de ver la hermosa alfombra blanca que forma la nieve en esta época del año. Lo que no me entusiasma, sin embargo, es la posibilidad de convertirme en víctima de la ola de asaltos que sufre la localidad. Es que en estos últimos meses la villa vacacional se ha vuelto más insegura que la villa 1-11-14. 

El peor de todos los episodios de violencia fue el que vivieron dos docenas de adolescentes que hacían una pijamada: completamente indefensas, tuvieron que tolerar la irrupción de un comando de encapuchados armados que terminó por despojarlas de muchas de sus pertenencias, encerrándolas después por varias horas en una habitación bajo la amenaza de ser violadas o asesinadas si se resistían al asalto. 

Que nuestras niñas no puedan disfrutar de una fiesta en una casa de familia en Tafí del Valle sin el temor de convertirse en víctimas de la delincuencia habla de lo pésima que es la gestión del Gobernador Alperovich.

Los que si pueden festejar sin temor, en cambio, son los llamados “hijos del poder”. Una manada de jóvenes acomodaticios, oportunistas y alérgicos al esfuerzo se expande con un hambre de saqueo peor que la de la banda de delincuentes que azota Tafí del Valle. Entre los mismos se encuentran Guillermo Gassenbauer, Marcelo Ditinis, Gabriel Alperovich y Oscar Bercovich, todos muchachotes que viven en un Bar Mitzvah permanente.  

También están las mujeres como Melina Morghenstein y Sara Alperovich. La primera, hija de un intendente, no aspira más que a embocar algún cargo un tanto más vistoso que el de rentista vitalicia de la Municipalidad de Las Talitas. La segunda, por el contrario, “va por todo”, igual que su madre. Es que Sara Alperovich es seria candidata a visitar los juzgados si la tiranía de su padre concluye; es por ello que desde Casa de Gobierno la están fabricando como si fuese la nueva Eva Perón. O se consigue fueros o, como su hermano, va a terminar exiliada en Israel para no pagar por los excesos de sus fiestas.

Otro espécimen juvenil que anda dando vueltas en Tucumán es Micaela Catalán, la hija de María de los Ángeles Verón, la nieta de Susana Trimarco. Esta pequeña es la mutación más espeluznante producida por el alperovichismo. Boca floja, irreverente, grosera, tosca, chabacana, la pequeña Micaela sólo tiene edad para conducir uno de esos criaderos de ventajeros conocidos popularmente como “centro de estudiantes”. Probablemente lo haga: ello demuestra que la movilidad social, en tiempos de los Kirchner, es posible incluso si no se ha nacido hebreo, ¿o de qué otra manera la hija de una mujer disoluta llegaría tan alto?



César Thames

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