jueves, 26 de junio de 2014

La gallística no se mancha

Con la intención de atacar al corrupto gobierno de José Alperovich, varios legisladores de la UCR no vacilaron en fustigar al noble arte de la gallística. Lo que sucede es que, desde haca casi una década, en Tucumán está vigente una ley que autoriza la realización de pelea de gallos en territorio provincial; gracias a ello el gobierno de Alperovich subsidia anualmente a los organizadores de las jornadas gallísticas con una interesante cifra de cinco ceros. Pues bien, para los uceristas ese dinero constituye un gasto superfluo, ya que mientras un buen porcentaje de la población local vive en la pobreza, no parece justo que un generosa cantidad de dinero vaya a parar a los cultores de la gallística. 

El argumento, así presentado, es válido, ya que a cualquiera indigna que el dinero público se concentre en un grupo minoritario y deje abandonada a la mayoría. Sin embargo el problema es que, detrás de la crítica por los fondos malgastados, hay una descalificación de la gallística como actividad cultural. 

En efecto, las peleas de gallo son una tradición que debe ser preservada por su altísimo aporte estético al espíritu humano. No es reprochable que el Estado ayude al pobre a salir de su miseria, pero el Estado, para no ser una mera asociación ilícita, debe contribuir al engrandecimiento del alma, lo que significa que no alcanza sólo con levantar absurdas prohibiciones, sino que también debe ayudar a fomentar a prácticas como la gallística. Por tanto que la UCR investigue a los galleros si de verdad les preocupa el presupuesto, pero que no se meta con los gallos quienes, con sus crestas crispadas, merecen saltar a la arena para probar su fuerza y valentía. 

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