jueves, 8 de agosto de 2013

Las víctimas

Amigo lector,

Durante estos últimos diez años hemos visto como el gobierno de los Alperovich se desfiguraba hasta convertirse en una versión ligera de la tiranía que un cabo austriaco supo ejercer en la Europa del siglo pasado. Lo más lamentable de todo este proceso ha sido observar como el clan hebreo verticalizó a la provincia en torno suyo.

La ideología del camaleónico Alperovich es el oportunismo: en veinte años fue radical usurero, bussista servil, duhaldista ambicioso y kirchnerista militante; su piel es del color del tiempo. A la oposición la dividió hasta reinar, y al Partido Justicialista lo convirtió en una empresa familiar dirigida por su esposa en el rol de Dama de la Esperanza, eliminando con ello toda voz de disidencia relevante.   

El Poder Judicial tampoco ha sido obstáculo para Alperovich, quien –conociendo la experiencia de Esteban Jerez en sus años de Fiscal Anticorrupción durante el gobierno de Miranda– llenó los juzgados de juristas mediocres pero afines a él, y persiguió o aisló al resto de los que no querían someterse a sus excesos.

Los sindicatos (y su versión desnutrida y chagásica, o sea los piqueteros) han doblado sus rodillas ante “Camello” Alperovich. Sólo los gremios de docentes, de médicos, de bancarios y de policías, vale decir las cuatro profesiones que menos deberían procurar desarrollar actividades sindicales por el bien de la sociedad a su cargo, han inquietado mínimamente al Tirano. Las asociaciones de consumidores no han podido tampoco triunfar en sus intentos por salvar a los bolsillos hogareños de la rapacidad de los transportistas, de la de los supermercadistas y de la de los concesionarios de servicios públicos.

Como un Perro Familiar, Alperovich aplastó a los productores rurales, preocupado siempre en buscar la manera de duplicar a nivel provincial a la política en contra del campo que impulsa el gobierno kirchnerista a nivel nacional. Los ambientalistas, pese al ecocidio diario que se atestigua en Tucumán, no han logrado llamar la atención de la población adormecida.

Sectores otrora críticos como los estudiantes o los académicos no buscan en la actualidad siquiera una excusa para enfrentarse a la tiranía. Y desde el ámbito cultural la reacción más extendida en contra de Alperovich ha sido el más chabacano escapismo.

La Santa Iglesia Católica Apostólica Romana tuvo allá lejos y hace tiempo los bríos suficientes para velar por la Constitución Provincial, cuando, por ejemplo, Monseñor Luís Villalba sostuvo que un judío no podía ser gobernador en una provincia que exigía a los católicos ejercer ese puesto. Eran épocas en que la dictadura de la “corrección política” todavía no era más que el murmullo de unos cuantos marginales. Alperovich, como una serpiente en la sombra, hizo caso omiso a la prohibición constitucional, y terminó desquitándose contra esa obra maestra del constitucionalismo nacional y hasta contra nuestra bandera.

Y los Alperovich tampoco tuvieron en la prensa, en el mentado “cuarto poder”, a un objetor poderoso. Algunos periodistas han logrado agitar las aguas, pero sus intentos de llegar lejos con esa actitud se han diluido muy rápido, gracias a las prebendas o a los aprietes de las fuerzas gubernamentales. De todos modos la culpa del fracaso de una prensa independiente en Tucumán no es entera responsabilidad de los periodistas, sino que más bien los autores de esta situación son los dueños de los medios de comunicación de la provincia.

Sin embargo algo cambió en este aspecto últimamente: Alberto Lebbos, el padre de la asesinada Paulina, empezó a conseguir micrófonos poderosos como los de Jorge Lanata. Ello generó conmoción en el clan, porque Lanata es escuchado por más de la mitad del país. Incluso en la ceremonia de entrega de los premios Martín Fierro, el periodista porteño mencionó al gobernante tucumano.

El propio José Alperovich, en respuesta a la embestida de Lanata, declaró que él es el gobernador tucumano que más ataques de prensa ha sufrido en la historia, agregando que, intolerantemente, lo critican por haber engendrado a un homicida y por vacacionar obscenamente en el desierto para sentirse un Sultán.  

La Senadora Beatriz Rojkés de Alperovich, Madre y Odalisca, habló sobre una operación mediática tan escandalosa para difundir infamias y mentiras que hasta se meten con su familia, la misma familia a la que ella y su marido le garantizaron una enorme cantidad de cargos públicos electivos y puestos de funcionarios en el Estado, sin contar con los incontables negociados financieros que con dinero de todos hicieron para favorecer a los empresarios del clan (Carlos Rojkés, Sara Alperovich, Leonardo Elgart, Naum Alperovich y un largo etcétera que incluye una multitud de nombres hebreos).

Según la opinión de los Alperovich, ellos son las víctimas del asesinato de Paulina Lebbos. Desde hace siete largos años, la Justicia ha entorpecido la investigación para llegar al día de hoy y ayudar a la prensa destituyente a que pierdan una elección. Al final resultó ser todo una conspiración para acabar con una familia de “patriotas” tucumanos. ¡Quien lo diría!



César Thames 

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