lunes, 3 de marzo de 2014

Inútiles para la Corona

Apreciado lector, 

Asistimos en estos días a la confirmación del alejamiento de la Presidente Cristina de Kirchner del matrimonio que gobierna Tucumán. En épocas en las que la inflación dejó de ser una sensación inoculada por los medios masivos de comunicación para pasar a ser un serio problema económico, la César no puede más que hacer cálculos; por ello los Alperovich-Rojkés, calculadores hábiles por naturaleza, dejaron de ser atractivos para ella. Los números de las últimas elecciones hablan por si solos: el Frente para la Victoria de Tucumán apenas superó el 45% de los votos emitidos, consiguiendo solamente dos de las cuatro bancas de diputados nacionales en juego. Esas cifras, comparadas con la cifras recogidas en la provincia en 2011, dejan en evidencia el tremendo desgaste padecido por el alperovichismo. 

A raíz de ello, la Presidente optó por deshacerse de Beatriz Rojkés como autoridad en el Senado de la Nación, y reemplazarla por Gerardo Zamora, un acomodaticio santiagueño que puede darle cátedra a Alperovich sobre como feudalizar su territorio: nacido en el seno de la UCR como el tiranuelo hebreo del Tucumán, Zamora neutralizó por igual a radicales y peronistas, llegando al punto de aportarle al régimen oficialista la nada despreciable cantidad de siete hombres en la Cámara Baja y otros tres en la Alta, los que contribuyen estratégicamente a mantener funcionando al Congreso de la Nación como una escribanía de la Casa Rosada. 

Hoy por hoy, a la administración de Cristina de Kirchner la sostienen el ex-carapintada Sergio Berni y el veterano del Operativo Independencia César Milani. Jorge Capitanich oficia de maestro de ceremonias del incendio, en tanto que los demás caciques del PJ sufren de la desorientación de saber que tienen que ensayar un salto hacia afuera del régimen K pero sin tener muy presente cuál es el momento exacto para hacerlo. En ese último grupo entran José Alperovich y su esposa: en Casa Rosada son vistos como "peronistas", más allá de que sepan que en realidad no lo son ni quieren realmente serlo (pues es el Likud la verdadera afiliación del matrimonio gobernante). 

La penosa "Betty" confiaba en que seguiría sentada en su trono, amenazando con tomar las riendas del país ante una eventual caída de la Presidente y de su Vicepresidente. Semejante confianza no es para menos: desde 2009 no hizo mérito alguno como para ocupar ese puesto (de hecho hizo todo lo posible como para ser eyectada de él, desde la vez que votó para condenar a Boudou sin darse cuenta de qué era lo que hacía, hasta la vez que intentó impedir sin fundamentos el juramento de la Senadora Nacional Silvia Elías de Pérez, pasando por todas las barrabasadas que dijo cada vez que abrió la boca para opinar sobre temas de actualidad), por lo que suponía que sólo con ser quien es y jurar sobre el Tanaj de los fariseos tenía asegurado el mando de la Cámara de Senadores. Pero las circunstancias, lamentablemente para ella, hablan en otro idioma.  

La escalada de Alperovich parece haber alcanzado su límite. Con su mujer depuesta por un inescrupuloso santiagueño y sus hijos acusados de corruptos, narcotraficantes y homicidas, el Zar contempla la posibilidad de reconvertir sus negocios, moviendo algunos hilos para ubicar a sus laderos más fieles y esperar la traición que él mismo supo ejecutar cuando, hace diez años atrás, se apoderó de la muy noble provincia de Tucumán. 


César Thames

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