sábado, 2 de agosto de 2014

La guerra de la basura

Amigo lector,

Por estos días Tucumán parece estar condenada a seguir bajo el despotismo del Clan Alperovich. Los opositores buscan construir una alternativa, pero hasta ahora no ha emergido nada convincente sobre el panorama. El odontólogo José Cano y el contador Domingo Amaya buscan desplazar al tiranuelo hebreo, pero las adhesiones que han logrado hasta ahora aparentan ser insuficientes. Por ello los problemas que debe enfrentar José Alperovich provienen no de los opositores sino de su propio entorno: su preocupación más urgente es encontrar al sucesor más óptimo.

La lista de lacayos leales al famoso Domador de Camellos que quieren su puesto es interminable. Algunos ya lanzaron su campaña, otros han sido un poco más prudentes. Sin embargo quien busca también obtener la gobernación es nada más y nada menos que la infame Beatriz Rojkés de Alperovich. Esta mujercilla que ha dado muestras de tener un escaso intelecto es día a día alentada por sus cicisbeos para que de el golpe que derroque a su marido, aquel ciclista que un día se lesionó sospechosamente la ingle y estuvo internado por ello.  

Pues bien, sea quien sea el sucesor, Alperovich debe garantizarse el triunfo. De no lograrlo sufriría el hostigamiento de la Justicia. A raíz de ello el Gobernador se encuentra robusteciendo las redes clientelares que existen en la provincia, pues sólo alimentando a los simios se gana sus votos. Es así que se le ocurrió algo brillante: crear la Secretaría de Saneamiento y Mejoramiento de Espacios Públicos y poner a un puntero de apellido Assán al frente de ella. Este organismo tiene por misión oficial el propósito de combatir a la basura que, tristemente, habita en las calles tucumanas. Y como los residuos están por todas partes, la Secretaría de Assán también lo está. Esto que parece ser un acto de nobleza inusitada que le restituye algo de dignidad al Jardín de la República, no es más que una treta: Alperovich ha creado una Intendencia paralela para entrometerse en los municipios más poblados y extender una influencia que ha ido perdiendo a manos de punteros menores. 

Es que el escándalo de las cooperativas truchas lo obliga a tomar la medida. Se suponía que esas células planeras dotarían de una infinidad de votos al actual gobierno, pero como cada politicastro las usó para hacer dinero a partir de ellas ese plan se fue por el desagüe. Entonces, con la excusa de erradicar a los basurales, es momento de reconcentrar al clientelismo en un único y grotesco organismo. 

La reorganización de las prácticas clientelistas sirvió de excusa para desatar conflictos entre los mandos intermedios del propio alperovichismo. Armando Cortalezzi, el Rufián Usurero, alineado con Betty la Beoda embistió contra los Gassenbauer develando, según dicen, las irregularidades del joven Guillermo en torno a la cooperativa que apadrinaba para que salgan a barrer calles. Pero estos personajes no quedaron felices y prometen contrarrestar el ataque con otro ataque: darían a conocer la lista de grupos cooperativistas apañados por Cortalezzi que en lugar de estar recogiendo basura se la pasan durmiendo en sus ranchos. Como se ve, la basura en Tucumán está en todas partes. 


César Thames   

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